sábado, 16 de junio de 2007

El primer post.

Aquí quiero escribir sobre uno de esos derechos fundamentales, por los cuales los ciudadanos, podemos decir que somos tales y no es otro que el de la libertad de expresión. Estamos presenciando un debate, que lejos de estar culminado, siempre presenta nuevas aristas.

Publico aquí, dos participaciones que me parecen interesantes. La primera, es del Primer Ministro británico Tony Blair, que ya me imagino que no será del agrado de muchos, pero que dio un discurso sobre el papel de los medios y la forma en que éstos se interrelacionan con nosotros ahora y durante el siglo XXI. La segunda intervención corresponde a un profesor de Historia de la Universidad Central de Venezuela, el señor Agustín Blanco Muñoz, y está relacionada con el tipo de medios que hacen falta en este país. La traducción del discurso de Tony Blair es de mi propia autoría. Si quieren ver el texto original en inglés, está aquí:

http://www.pm.gov.uk/output/Page11923.asp

1) Versión en español.

El propósito de la serie de discursos que he dado a lo largo del último año ha sido deliberadamente reflexivo: avanzar más allá de los titulares inmediatos en los temas del día y contemplar desde una perspectiva más amplia, el efecto de un mundo cambiante sobre los temas del futuro. Este discurso sobre el reto de la naturaleza cambiante de la comunicación sobre la política y los medios comparte la misma perspectiva.

Necesito decir algunos elementos preliminares antes de comenzar. Esta no es mi respuesta a la última paliza proveniente de ataques de los medios. Tampoco es una queja sobre cuán injusto es todo. Como siempre he dicho, es un inmenso privilegio hacer este trabajo y si lo peor que puede suceder es tener una cobertura mediática áspera, ése es un pequeño precio a pagar. Y de cualquier manera, nos guste o no, he ganado 3 elecciones y todavía estoy a cargo hasta que deje el puesto. Este discurso no es una queja. Es un argumento.

Como resultado de estar en la cima del polo grasiento durante 13 años, 10 de los cuales fueron como Primer Ministro, mi vida, mi trabajo como PM y la interacción con el mundo de la comunicación me han dado una gran experiencia, para bien o para mal.

Unos medios libres son una parte vital de una sociedad libre. Sólo se necesita mirar hacia aquellos lugares en los cuales los medios libres están ausentes para conocer esta verdad. Pero también es parte de la libertad estar en capacidad de hablar sobre los medios. Ellos tienen su completo derecho a ser libres. Yo, como cualquier otro, tengo un derecho total a hablar.

Mi principal reflexión no busca culpar a nadie. La relación entre la política, la vida pública y los medios está cambiando como resultado del cambio de contexto de la comunicación en la cual todos estamos inmersos; de hecho nadie es culpable, pero, en mi opinión el efecto de este cambio perjudica la forma en que se maneja la vida pública, y necesitamos al menos, un debate considerado y apropiado sobre cómo manejamos el futuro, en el cual es de nuestro total interés que el público esté informado oportuna y adecuadamente. Estas son las prioridades y no están bien cubiertas en el actual estado de cosas.

En el análisis que estoy a punto de realizar, en primer lugar, debo reconocer mi propia complicidad. Dimos extraordinaria atención en los primeros días del Nuevo Laborismo al cortejo, satisfacción y persuasión de los medios. En nuestra propia defensa, luego de 18 años en la oposición y en la, a veces, feroz hostilidad por parte de algunos medios, era difícil ver cualquier otra alternativa. Pero dicha actitud corrió el riesgo de impulsar las tendencias en comunicación que estoy a punto de cuestionar.

También es difícil para el público conocer los hechos, aún cuando han estado sujetos al escrutinio más inmediato, aún si estos hechos surgieron de temas profundamente controversiales, como la investigación Hutton demostró.

Me gustaría destacar que la investigación Hutton junto con otras 3 más, fue una investigación que duró seis meses en la cual Yo, como PM y otros Ministros y oficiales enfrentamos escrutinios y cuestionamientos públicos sin precedentes. El veredicto fue menospreciado porque no fue el que los críticos querían. Pero fue un ejemplo de rendición de cuentas, no de evitarlas. Pero dejemos eso a un lado.

Incidentalmente en nada de esto, ignoro el hecho de que esta relación ha sido siempre densa. Desde la declaración de Stanley Baldwin: “el poder sin responsabilidad ha sido la prerrogativa de las prostitutas a través de los tiempos”, al frecuentemente extraordinario pero brutal tratamiento dado a Gladstone y Disraeli a los requerimientos de Harold Wilson en los años 60, las relaciones entre la política y los medios son necesariamente, difíciles. Es así y así deberían ser.

La pregunta es: ¿Es cualitativa y cuantitativamente diferente hoy? Yo creo que sí. Este es mi punto de partida.

¿Por qué? Porque las circunstancias objetivas en las cuales el mundo de las comunicaciones opera hoy están alteradas radicalmente.

El mundo de los medios, como cualquier otro, se está volviendo más fragmentado, más diverso y transformado por la tecnología. Los principales noticieros de la BBC y de ITN tenían usualmente, audiencias de 8 ó 10 millones de personas. Hoy el promedio es la mitad de ello. Al mismo tiempo, existen programas de noticias que rotan las 24 horas que cubren los eventos al mismo tiempo en que suceden. En 1982, existían 3 estaciones de TV transciendo en el Reino Unido. Hoy hay cientos. En 1995 225 programas de TV tenían audiencias superiores a los 15 millones de personas. Hoy ninguno tiene una audiencia semejante.

Los periódicos luchan por una porción de un mercado en contracción. Muchos son leídos en línea, no el día siguiente. La publicidad en Internet ha sobrepasado los anuncios en periódicos. Existen alrededor de 70 millones de blogs, con 120.000 nuevos blogs cada día. Particularmente, los jóvenes, cada vez menos, obtienen sus noticias de fuentes tradicionales.

Pero, adicionalmente, las formas de comunicación se están fusionando e intercambiando. El sitio web de la BBC es fundamental para la moderna BBC. Los diarios tienen Podcasts y material escrito en la web. Las noticias se están volviendo cada vez más un bien gratuito, suministrado gratis y en línea. En realidad, estas tendencias no harán otra cosa que intensificarse.

Estos cambios son obvios. Pero menos obvios son sus efectos. El horario de noticias ahora tiene 24 horas al día, 7 días a la semana. Se mueve en tiempo real. Los diarios no dan acceso actualizado a las noticias. Eso ya está allí. Tienen que romper las historias, tratar de avanzar más rápido que los horarios. O dar un comentario. Y todo ello sucede con asombrosa rapidez. Cuando fui a las elecciones de 1997, justo hace 10 años, tomábamos un tema al día. En 2005, teníamos uno en la mañana, otro para la tarde y para la noche la agenda ya había cambiado.

Tú tienes que responder a las historias en tiempo real. Frecuentemente, el problema es tanto ensamblar los hechos como presentarlos. Comete un error y rápidamente transformas un drama en una crisis. En los años 60, el gobierno con cierta frecuencia, sobre un tema serio, tenía una reunión de gabinete que duraba dos días. Sería risible pensar que podrían hacer eso sin que te cayera el cielo encima justo antes del almuerzo del primer día.

Las cosas se complican en minutos. Quiero decir que no le puedes permitir a los rumores durar mucho más que un instante.

Voy a decir algo que poca gente en la esfera pública dirá, pero que la mayoría sabe que es absolutamente cierto: un amplio espectro de nuestros trabajos hoy, fuera de las decisiones verdaderamente importantes, tan importantes como cualquier otra, es el mantenimiento de la relación con los medios, su amplio tamaño, peso y constante hiperactividad. En algunos puntos, literalmente abrumador. Hable con gente mayor en cualquier ámbito de la vida de hoy, empresarios, militares, empleados públicos, deportistas, organizaciones de caridad y voluntariado, y le dirán lo mismo. La gente no habla de ello porque, en principio, tienen miedo de hacerlo. Pero es cierto, sin embargo, y aquellos que han estado en la vida pública por largo tiempo, también dirán que ha cambiado significativamente en los últimos años.

El peligro es, sin embargo, que entonces cometemos el mismo error que los medios cometieron con nosotros: es culpa de los malos. Yo pienso que no es que haya cambiado la gente, es el contexto en el que ellos trabajan.

Dedicamos una gran cantidad de espacio a debatir por qué hay tanto cinismo en la política y en la vida pública. En esto, los políticos están obligados a caer en la auto flagelación, admitiendo que toda la culpa es nuestra. En la actualidad no tener una operación de prensa adecuada equivale a pedirle a un bateador enfrentar con su cuerpo un bowling sin guantes o cascos.

Y créanlo o no, la mayoría de los políticos llegan a la vida pública con deseos de servir, y con mucho, tratan de hacer las cosas correctamente no equivocadamente.

En mi opinión, la verdadera razón para el cinismo es precisamente la manera en que los políticos y los medios interactúan hoy en día. Nosotros, en el mundo de la política, porque estamos preocupados diciéndolo, también jugamos con la noción de que es nuestra culpa. De manera que introduje cambios: primero, publicamos un resumen de las reuniones; luego las minutas; luego se dieron conferencias de prensa mensuales; luego se aprobó la Ley sobre Libertad de Información; luego me convertí en el primer PM en asistir a las sesiones del Presidente del Comité de Selectos, y así sucesivamente. Nada de ello para mí respaldo, ni porque estos hechos no fueran los correctos, sino porque ellos no enfrentaron en tema central: cómo se reporta la política.

Ahora, hay otra vez, un debate sobre el por qué el Parlamento no es considerado más importante y como siempre, el Gobierno es objeto de críticas. Pero no hemos alterado ninguna de las líneas de rendición de cuentas entre el Parlamento y el Ejecutivo. Lo que ha cambiado es la manera en que el Parlamento es reportado, o mejor, no reportado. Díganme ahora cuántos discursos elaborados son escuchados; cuántas excelentes segundas lecturas o discursos de comités son cubiertos. Excepto cuando los mismos generan una gran controversia, no son cubiertos por los medios.

Si usted es un miembro suplente del Parlamento, usted aprende a dar un resumen de prensa en primer lugar, y un buen discurso parlamentario en segundo término.

Mi caso, sin embargo es el siguiente: No hay ninguna razón para culpar a los medios. Nosotros estamos manejando la naturaleza cambiante de la comunicación. Mientras más temprano reconozcamos esto, mejor será, porque podremos debatir un camino sensible a futuro.

La realidad es que como resultado del contexto cambiante en el cual las comunicaciones del siglo XXI operan, los medios están enfrentando una enorme y más intensa forma de competencia que cualquier cosa que ellos hayan experimentado antes. Ellos no son los autores de este cambio, sino sus víctimas.

El resultado son medios que cada vez más y en grado peligroso están siendo manejados por el “impacto”. El impacto es lo que interesa. Es todo lo que pueden distinguir, puede ubicarse por encima del glamour, puede llegar a ser noticia. El impacto te da una ventaja competitiva. Desde luego la veracidad de una historia también cuenta. Pero está en segundo lugar en relación con el impacto.

Es esta devoción necesaria al impacto lo que está deshaciendo los parámetros, reduciéndolos al mínimo, haciendo de la diversidad de medios, no esa fortaleza que debería ser, sino el impulso a las sensaciones por encima de cualquier otra cosa.

Los grandes diarios enfrentan hoy las mismas presiones que los tabloides; las cadenas de TV cada vez más enfrentan las mismas presiones que los grandes diarios. La audiencia necesita estar cautiva, mantenida y con emociones involucradas. Algo que es interesante es menos poderoso que algo que te afecta o te disgusta.

Las consecuencias de esto son agudas.

Primero, el escándalo o la controversia derriban los reportajes ordinarios. Las noticias en rara ocasión son noticias a menos que genere tanto o más calor que la propia luz.

En segundo término, el ataque a los motivos es con mucho más poderoso que el ataque al juicio. No es suficiente para alguien cometer un error. Tiene que ser venal. Conspirativo. El escándalo Watergate fue una gran pieza de periodismo, pero hay una tesis de postgrado que sólo examina las consecuencias que tiene para el periodismo el tratar de mantener una conspiración.

Lo que crea el cinismo no son los errores; son sus alegatos de mala conducta. Pero la mala conducta es lo que tiene impacto.

En tercer lugar, el miedo de perder audiencia implica para los medios de hoy día, más que nunca, salir a cazar. En estas condiciones es como una fiera de circo, que reduce las personas y sus reputaciones a polvo. Pero nadie se atreve a perderse el espectáculo.

En cuarto lugar, en lugar de sólo reportar las noticias, aún si son sensacionales o controversiales, la nueva técnica de comentar las noticias se ha vuelto, si no más importante, tanto como las noticias en sí mismas. De manera que, por ejemplo, habrá con frecuencia tanta interpretación sobre lo que un político dice como cobertura de él mismo diciéndolo. En la interpretación, lo que importa no es lo que ello significa; sino a qué significado podría llevársele. Esto lleva al increíblemente frustrante pasatiempo de gastar una enorme cantidad de energía rechazando alegatos sobre la significación de las cosas dichas, que tienen poca o ninguna relación con lo que se buscó decir.

De hecho, esto lleva a un quinto punto: la confusión de noticias y comentarios. El comentario es una parte perfectamente respetable del periodismo. Pero se supone que debe estar separado. La opinión y los hechos deben ser claramente divisibles. La verdad es que una gran parte de los medios hoy en día no solamente evade a ambas, sino que lo hace costumbre. En otras palabras, esto no es excepcional. Es rutinario.

La metáfora para este género de periodismo moderno es el diario “El Independiente”. Permítanme decir al comienzo que este es un diario bien editado y está en su derecho a imprimir lo que quiera, cómo quiera, en el Medio Oriente o en cualquier otra parte. Pero este diario empezó como un antídoto a la idea del periodismo como visión no como noticias. Por eso es que se llamó “El Independiente”. Hoy es reconocido como un diario de opinión no sólo un diario.

La consecuencia final de todo esto es que es raro hoy en día, encontrar equilibrio en los medios. Las cosas, gente, temas, historias, son todas en blanco y negro. El gris usual de la vida está por completo ausente. “Algo bien, algo mal”; “algunas cosas van bien, algunas van mal”: estos son conceptos extraños en los reportajes de hoy. Es un triunfo o un desastre. Un problema es una “crisis”. Un retroceso es una política “por pedazos”. Una crítica, “un ataque salvaje”.

Las ONGs y los críticos saben que a menos que estén preparados para llegar a la cima, no deberían aventurarse en lo absoluto. Hable con cualquier líder de los empleados públicos, especialmente en el Servicio Nacional de Salud, o en el campo de la ley y el orden, y ellos le dirán no que les importan las críticas, sino que se desmoralizan por completo por la naturaleza desequilibrada de las críticas.

¿Se podrá peor? Otra vez, Yo diría que sí. Durante mis 10 años, me he dado cuenta que todos estos elementos evolucionan con mayor fortaleza.

Usualmente se pensaba, y me incluyo dentro de esto, que la ayuda estaba en algún lugar del horizonte. Las nuevas formas de comunicación suministrarían nuevas fuentes para evadir el tono cada vez más chillón de los medios tradicionales. De hecho, las nuevas formas pueden ser aún más perniciosas, menos equilibradas, más enfocada sobre la última teoría conspirativa multiplicada por cinco.

Pero también hay oportunidades. Actualmente, estamos siendo absorbidos por la manera en que los medios y la vida pública interactúan. La confianza en los periodistas no está muy por encima de la que tienen los políticos. Hay un mercado al cual suministrarle noticias tratadas con seriedad y equilibrio. Hay una búsqueda de imparcialidad. La manera en que la gente obtiene sus noticias puede estar cambiando, pero la necesidad de noticias que sean reales no.

Los medios tendrán miedo de que retirarse del impacto noticioso implicará la disminución de las ventas. Pero lo opuesto es el caso.

Necesitan reafirmar su propio punto de partida: la distinción entre noticias y comentarios.

Y hay inevitablemente cambios por sí mismos.

El esquema regulatorio en algún momento necesitará su revisión. La Comisión de Quejas sobre la Prensa (PCC, por sus siglas en inglés), se utiliza emplea en la prensa tradicional. El Ministerio de Comunicaciones (OFCOM, por sus siglas en inglés) regula la transmisión, excepto para la BBC, que tiene su propio sistema de regulación. Pero bajo la nueva regulación europea, todos los canales de TV con señal a través de Internet quedan bajo la cobertura de la OFCOM. En la medida en que la tecnología disipa la distinción entre los papeles y la TV, se vuelve más irracional tener diferentes sistemas de rendición de cuentas basados en una tecnología que ya no puede diferenciarse más de la manera antigua.

Cómo se hará esto es una pregunta abierta y, por supuesto, la distinción entre el equilibrio requerido por las estaciones de TV pero no por los medios impresos sigue siendo válida. Pero en algún momento el sistema va a cambiar y la importancia de la exactitud no disminuirá, mientras la libertad de comentar siga vigente.

Algunas veces se dice que los medios rinden cuentas diariamente a través de las decisiones de lectores y la audiencia. Eso es verdad hasta cierto punto. La realidad es que la audiencia o los lectores no tienen un parámetro objetivo para medir lo que se les está diciendo. En cualquier otro espacio de la vida en nuestra sociedad donde se ejerce el poder, existen formas externas de rendición de cuentas, incluyendo a los medios mismos. De manera que es cierto que los políticos rinden cuentas a través de los centros de votación cada cierto tiempo. Pero también son profundamente exigidos, diariamente, a través de los medios, lo que hace que la prensa libre sea tan importante.

No estoy en posición de determinar cuál camino debería tomarse. Pero es necesario encontrar uno. Creo que esta relación entre la vida pública y los medios está dañada de una forma que requiere de su reparación. Este daño penetra la confianza del país y la confianza en nosotros mismos; socava la visión de sí mismo y de las instituciones del país; y, por encima de todo, reduce nuestra capacidad de tomar las decisiones correctas, con la visión correcta para nuestro futuro.

He hecho este discurso después de mucha meditación. Reconozco que seré menospreciado en algunos lugares. Pero también sé que es necesario decirlo.


2) Esta es la columna publicada por el profesor Agustín Blanco Muñoz:

Agustin Blanco Muñoz - Los estudiantes y los totalitarismos.

¿Hay aquí una libre, abierta y extendida comunicación social (CS) que alcance a todos y que haga gala de una completa libertad de expresión? Estas interrogantes las formulamos en la ponencia que presentamos en el III Encuentro Nacional de Escuelas de Comunicación Social, celebrado esta semana en la UCAB. Y partimos de una premisa: No hay una verdadera CS en la Venezuela actual.

En realidad lo que existe es una comunicación parcial, comprometida con intereses-capitales: una empresa de expresión (EE) que reúne las mercancías de la información y la opinión, que está distante de los intereses del colectivo y que apunta fundamentalmente a su control por medio de la manipulación.

En este sentido, esa EE contribuye directamente al mantenimiento de los poderes establecidos. Se suma de este modo al poder totalitario que todo lo pone y dispone hoy en este ex país. Porque lo que, en principio, le interesa a esa empresa es cumplir con el requisito de la ganancia-acumulación. Y para obtener este objetivo no se detiene en el acuerdo o complicidad con el régimen.

Pero este no es fenómeno que nace hoy: ha estado presente desde el propio surgimiento de la CS en el país. Los medios de difusión fundamentales son aquellos que están ligados con el poder del momento, porque enfrentarlos significaría poner en riesgo los capitales requeridos para su funcionamiento.

Paralelamente, y en todos los tiempos, ha subsistido una CS minoritaria, sin mayor capacidad de difusión, que deja el testimonio de aquellas fuerzas, pequeñas o no, que se oponen al orden imperante.

El Estado, por su parte, genera una información que adecua los hechos a su conveniencia y que debe ser registrada en las EE. Esto lo vimos claramente a través de los 40 años de "democracia". El Estado tiene el poder material y represivo para imponer sus fuentes, sus puntos de vista y su versión de la realidad.

Cuando existe algún margen de libertad, el comunicador social siempre tiene la oportunidad de ejercerla, para poner en entredicho la verdad oficial y a través de su trabajo de investigación evidenciar las mentiras del régimen. Esta "libertad", por supuesto, alcanza hasta que el Estado lo permite.

En la mayoría de los casos las EE simplemente cuadran con el oficialismo para poder disfrutar de una muy buena salud. No se produce, por consiguiente, una separación-deslinde con la estructura totalitaria que ejerce el Gobierno, a menos que el cuadro histórico promueva un nuevo cambio formal en el mando. Y esto es lo que ocurre a partir de 1989, y específicamente cuando en su oportunidad contribuyen a liquidar a CAP y convertir al golpista del 04F-92 en un héroe-caudillo mediático. El GP es el personaje de mayores centímetros de publicidad no sólo en los últimos 15 años sino en la historia de este ex país y de la propia historia actual de América Latina.

Y si bien es cierto, como lo hemos mantenido consistentemente, que en sus inicios el GP es un gobierno "made in USA", las EE cumplieron a cabalidad su papel de reforzarlo y presentarlo como el caudillo-mesías de turno.

No tenemos espacio para evidenciar la relación EE-gobierno, desde el 04F-92 hasta el 06D-98 y luego hasta la aparición de las leyes Habilitantes y los tristes episodios de abril 02, momento en el cual los medios se convierten en verdaderos protagonistas. Tampoco para analizar las tensiones entre Estado y EE, que producen acuerdos, negociaciones, autocensuras, silenciamiento, acomodos y represión.

Lo que es evidente es que para que los medios de comunicación dejen de ser EE, están obligados a ponerse al servicio del colectivo. Y esto significa una redefinición de objetivos.

Hablamos de una nueva forma de CS que sirva como arma para la formación y organización del colectivo, teniendo como base y fundamento la política de la creación, dirigida a fomentar una nueva realidad en la cual el colectivo sea un sujeto histórico con capacidad y fuerza para llegar a acuerdos y trazar límites a la manipulación, persecución, cercenamiento, censura y autocensura propios de los regímenes totalitarios.

No se trata por ello de acabar con las EE sino darles un cauce y contenido democrático-horizontal. Esto es clave, si se entiende que estas entidades son esenciales en la producción de la conciencia colectiva actual.

En el caso concreto de la situación que hoy vive Venezuela, se requiere de una EE que se ponga al lado de lo que, en principio, podemos calificar como rebeldía estudiantil, no como una entidad de control y manipulación sino como motor para impulsar el logro de los objetivos democráticos propuestos.

Si la EE no cambia de orientación contribuirá a convertir el fenómeno estudiantil en otra novedad para la compra-venta y a forjar nuevos dirigentes del pasado. Se trata, por el contrario, de promover una EE que entienda la democracia en términos horizontales, para hacer posible la incorporación del colectivo a la acción constructora.

Si no lo hace, el actual movimiento de protestas estudiantiles podría quedar francamente frustrado y absorbido, como mera entidad publicitaria que paga dividendos temporal-ocasionales.

Si no se produce este contenido sino el apego al monstruo gubernamental por la vía del pacto-acuerdo-complicidad estaremos simplemente ante un juego de iguales en contenido, aunque diferentes en capacidad de poder y alcance.

Estaríamos ante la refriega extendida como en el caso de Gobierno vs RCTV, dos expresiones de un mismo componente que no llegaron a un acuerdo, razón por la cual el agente superior decreta la guerra a muerte del contrincante. Y materialmente lo logra, aun y cuando tenga que enfrentar las consecuencias.

Si estos estudiantes se quedan en el papel de nuevos agentes para las cámaras, sin otra consistencia que la denuncia y la improvisación, si no adquieren capacidad para ligar sus luchas a las del colectivo y se mantienen, en consecuencia, como parte separada de un todo social profundamente convulsionado, estaremos en presencia de un nuevo proyecto del y para el fracaso.

Para avanzar deberán adquirir conciencia de sus debilidades teóricas y de la falta de maquinaria para enfrentar un régimen autoritotalitarista. Tendrán que prepararse, en lo material, para el logro de reivindicaciones sociales y políticas, y en lo espiritual para el fomento de la paz y la convivencia.

Y ante este difícil e intrincado panorama: ¿se quedarán las protestas estudiantiles en el punto del inevitable agotamiento o adquirirán capacidad para ir más allá de lo previsto?

En caso de que el movimiento alcance la señalada preparación, tendrá que producir un deslinde con el totalitarismo oficial, con las formas del mismo que se puede apreciar en "unas oposiciones", convertidas en las principales convalidadoras del régimen, y con él de aquellas EE dedicadas sólo a vender aquello que está en concordancia con su "línea editorial".
Si esto no ocurre, dejará de ser el movimiento que mueve hoy tantas esperanzas, para convertirse en nuevo instrumento de convalidación y en factor para la profundización y radicalización de la destrucción que se acomete, sin que existan reales muros de contención para sus desmanes, desafueros y perversiones.


¿Podremos exigirle al capital que invierte en las EE que cambie de rumbo y comience a preocuparse por la construcción de este ex país? ¿O seguirá alimentando los monstruos del totalitarismo, ya sea "democrático" o "revolucionario", con el totalitarismo de una información negociada? Una nueva forma de comunicación social tiene la palabra.

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